Comentario
Ocupan la segunda mitad del siglo XVIII y suponen, inicialmente, una reacción a lo barroco. El objetivo que ahora se le marca a la composición musical va a ser la búsqueda de la comunicación, la sencillez y la expresión elegante. El resultado es a veces artificial, pero la contrapartida alemana que representa el estilo sentimental será el lugar de formación de las grandes figuras y de los cambios musicales de la etapa siguiente. Puede considerarse una transformación sutil del estilo galante realizada por P. E. Bach (1714-1788), artista intimo que pasó casi toda su vida en la corte de Federico de Prusia. Pese a ser coetáneo del Sturm und Drang, evitó siempre la anarquía en sus obras, contribuyó al plan formal de la sonata e hizo aportaciones fundamentales a las estructuras clásicas posteriores.
Heredero de lo anterior, el clasicismo va a ser una etapa de significadas aportaciones en el terreno estilístico. La música instrumental supera en importancia, por vez primera, a la vocal; la orquesta, los grupos de cámara y el trío de piano sustituyen a los conjuntos barrocos; la melodía se hace más movida y tonal; la estructura formal busca simplicidad y claridad, mientras la música orquestal adquiere mayor variedad y cromatismo. La denominación de sonata se reserva a las piezas para un solo instrumento, a lo sumo con la compañía del piano, adoptando en el resto de los casos nombres distintos según el tipo de instrumentación: sinfonía, concierto, cuarteto, etc. La sinfonía constituye la manifestación más influyente de la sonata y el medio que permitió conocer el poder de la expresión orquestal. Nacida al introducir un minueto entre los dos últimos movimientos de las oberturas operísticas italianas, su desarrollo corresponde a P. E. Bach y a la Escuela de Mannheim donde se configurará la moderna orquesta sinfónica.
También a fines del siglo XVIII se estableció la música de cámara en el sentido actual. Se trataba de composiciones en forma de sonata para un grupo de instrumentos fijado en cuatro, aunque hubo composiciones para trío de cuerda o de piano. Su gran innovador fue Haydn quien, tras experiencias decisivas con el divertimento, dio al cuarteto de cuerda su forma clásica e influyó en Mozart y Beethoven.
Respecto a la música vocal, la ópera continúa la línea evolutiva iniciada durante el Barroco. Las composiciones serias van a quedar reducidas a las grandes celebraciones porque lo remoto e irreal de sus situaciones las aleja de los gustos del público, al tiempo que las guerras y crisis financieras dificultan el hacer frente a los gastos que llevan consigo. Sin embargo, no faltarán esfuerzos para reavivarla. Ello implicaba una necesaria transformación, que iba a venir de la mano de Gluck (1714-1798), un checo germanizado que trató de equilibrar los componentes musical y dramático haciendo que el primero reflejara el segando. De este modo consiguió una nueva unidad musical donde está presente la simplicidad clásica que culmina en las obras de Mozart. Mientras esto sucedía, la ópera buffa siguió ganando espacio al tiempo que sustituía el realismo por los sentimientos burgueses, y en Francia apareció la ópera cómica como reacción a la tragedia lírica. Un panfleto y un libreto musical de Rousseau están en su origen, si bien es Gétry (1742-1813) quien señala su culminación. En general puede decirse que representa la adaptación de los temas heroicos a la sensibilidad burguesa y cuando se acerca a la realidad nos la presenta de forma bastante idealizada, de igual modo que lo hacen las singspiel alemanas que triunfan por estos mismos años. Se trata de piezas musicales con diálogo hablado a las que Hiller (1728-1804) dota de su forma clásica. Sus temas recogen la idea, tan en boga, de los sentimientos naturales del pueblo enfrentados a las iniquidades de la nobleza. Su posterior inclinación a la fantasía las convierte en el origen de la ópera alemana romántica.
En cuanto a otras formas de música vocal, hay que decir que durante el período se compusieron obras para una sola voz y para coro. La creación de corales sagradas estuvo influenciada por el estilo operístico, como puede verse en La creación o Las estaciones de Haydn. El resto de la música litúrgica mostró parecido con las obras seculares y los testimonios no fueron muchos desde 1780. Baste decir que Mozart no terminó nunca ni su Misa ni su Requiem.
De entre los compositores de la segunda mitad del siglo XVIII dos destacan especialmente: Haydn (1732-1809) y Mozart (1756-1791), con trayectorias personales distintas. Haydn fue un autodidacta cuyas obras principales las escribe después de los treinta años; Mozart componía y era admirado en las cortes europeas desde su infancia. Ambos tuvieron que contar para llevar adelante su actividad con el patronazgo de un señor, pero mientras aquél soportaba la situación más o menos estoicamente, éste protestaba de manera constante de la servidumbre a la que le obligaba. Haydn enriqueció el contenido y consolidó la organización de la sinfonía, teniendo gran relieve en su obra lo popular. Mozart revolucionó el concierto para piano, sustituyendo la alternancia entre solista y orquesta por interacción y alcanzando la cumbre de la expresión sinfónica. Como compositor de óperas su labor es trascendental. Tocó el género serio y el buffo, sabiendo combinar en todos los casos la creación de tipos humanos, cuyos comportamientos explora, y la expresión musical. Al segundo tipo pertenecen El rapto del serrallo, promovida por José II de Austria; Las bodas de Fígaro, basada en la obra del mismo título de Beaumarchais cuya sátira social modera, y Don Giovanni, donde la orquestación y la importancia del texto transforman el estilo del género. La última de sus composiciones, La flauta mágica, se aleja de todas las anteriores para recoger de forma alegórica los ideales revolucionarios y convertirse en la primera ópera seria alemana creada para las masas.